La patata
A Europa llegó con el descubrimiento de América. Inicialmente sólo se utilizó como planta decorativa, pues se consideraba que sus frutos eran venenosos y que su consumo provocaba lepra.
Hasta el Siglo XVIII, no fue demostrado su error, el encargado de hacerlo fue el farmacéutico M. Parmentier.
La patata es un tubérculo de múltiples usos culinarios, ya que forma pareja con casi todos los alimentos, bien sean de origen animal o vegetal.
Nutricionalmente tiene gran valor: contiene un 79% de agua, un 18% de hidratos de carbono en forma de almidón, un 0.4 % de fibra y un 2% de proteínas. Pero una parte de su valor nutricional viene condicionado por su contenido en vitamina y minerales. Es una fuente importante de vitamina C, sobre todo si está recién recolectada, vitamina B1 y vitamina B6. La mayoría de las vitaminas se encuentran debajo de la piel y cuando se cuecen pasan a formar parte de la pulpa. Por tanto, para conservar al máximo sus vitaminas lo mejor es cocerla, lo que permite el pelado de las patatas sin peder las vitaminas.
En la dieta de la persona con diabetes, la patata pertenece al grupo de los alimentos ricos en hidratos de carbono y se establece que 50 gr. de patatas equivalen a 10 gr. de hidratos de carbono.
La patata es un alimento saludable que no es tan rico en calorías como la población cree, debido a su alto contenido en agua. Las formas más adecuadas de cocinarla son: al horno, al microondas o hervida ya que se les añade poco aceite. Sin embargo, Las peores opciones serian fritas con salsas, exceso de sal y las patatas chips envasadas que también contienen un alto de contenido de aceite, sal y otras sustancias.
Para las personas con diabetes, son muy buena opción siempre que se respeten las raciones de hidratos de carbono y que se acompañe de verduras, hortalizas, hongos y algún alimento proteico tipo, pescado, legumbres, carne o huevo.