El Área Sanitaria de Santiago y Barbanza monitoriza en tiempo real a 1.700 diabéticos
Con una acogida que la coordinadora de Enfermería del centro de salud de Vite, Vanessa Manso Vigo, califica como de «óptimo» por parte de los pacientes, son ya 1.745 los diabéticos del Área Sanitaria de Santiago y Barbanza a los que se monitoriza en tiempo real sus niveles de glucosa, pasando todos estos datos de forma automatizada a su historia clínica.
Bautizado como proyecto E-Diabetes e impulsado por el Servizo Galego de Saúde, el programa en Santiago arrancó el pasado mes de septiembre en Vite con una prueba piloto y desde diciembre ya está asentado en todo el área, al igual que en el resto de las de la comunidad.
Ajustes en el tratamiento
Entre las grandes ventajas de esta iniciativa, que «podemos realizar un seguimiento más riguroso del paciente, ya que visualizamos unas gráficas que nos van indicando en cada momento si está en una tendencia adecuada o si hay mal seguimiento y, en base a eso, podemos ponernos en contacto con él para citarle y establecer unas modificaciones y determinados ajustes en su tratamiento de insulina», según explica en conversación con EL CORREO GALLEGO Vanessa Manso, quien aclara que «eso no quita que tengan que continuar yendo al endocrino, pero sus citas con el especialista son semestrales o incluso anuales».
Además, subraya que otro de los puntos positivos de este nuevo proyecto reside en que «el paciente es más independiente y, a la vez, le permite una autogestión y una mayor concienciación de su propia enfermedad».
Se trata, según indica, de usuarios con diabetes tipo 1 y 2 que tienen que inyectarse insulina y que están «dados de alta en el protocolo de diabetes mellitus con monitorización de glucosa a través de unos sensores colocados en sus brazos, que son los que miden esos niveles en sangre».
Reciben los sensores en el domicilio
Hasta ahora, los pacientes acudían a su centro de salud mensualmente, donde recibían dos sensores, cada uno de ellos para 14 días. Unos dispositivos por los que tenían que pasar un sensor cada ocho horas para establecer esa monitorización, o bien hacerla a través de una aplicación móvil, y todos los datos se volcaban en la nube de la marca comercial que los suministraba.