La ciencia es clara: la obesidad es una enfermedad, y comenzamos a comprender cómo tratarla de manera más efectiva y compasiva
Rachel Batterham, investigadora y profesora de Obesidad, Diabetes y Endocrinología en el University College de Londres
La obesidad empieza a dejar de verse como una simple consecuencia de malos hábitos para reconocerse, desde la evidencia científica, como una enfermedad crónica, compleja y multifactorial. Así lo defiende la Dra. Rachel Batterham, investigadora y profesora de Obesidad, Diabetes y Endocrinología en el University College de Londres, una de las referente internacional en el estudio de la obesidad, que subraya la necesidad urgente de transformar la percepción médica y social de esta patología.
En una entrevista concedida a iSanidad, Batterham repasa los principales hitos científicos que han consolidado el cambio de paradigma, el impacto de la genética y la biología en la regulación del peso corporal y el papel creciente de las nuevas terapias farmacológicas. A su juicio, solo una atención médica integral, personalizada y libre de estigma permitirá abordar con eficacia una enfermedad que afecta ya a más de mil millones de personas en todo el mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En la sociedad aún está muy presente la idea de que la obesidad es el resultado de comer en exceso y no hacer ejercicio. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que es algo mucho más complejo. ¿Cuáles han sido los principales hitos de investigación que han establecido que la obesidad es una enfermedad?
Cada vez está más claro que la obesidad no es una elección personal, sino una enfermedad altamente prevalente, compleja, multifactorial, crónica y recurrente, caracterizada por la acumulación de tejido adiposo disfuncional. Se asocia con más de 200 complicaciones de salud, una menor calidad de vida y un mayor riesgo de muerte prematura.
A nivel mundial, más de mil millones de personas viven con obesidad, incluidos aproximadamente ocho millones en España. Cada año, al menos cuatro millones de muertes se atribuyen al sobrepeso y la obesidad.
Un avance clave en el reconocimiento de la obesidad como una enfermedad ha sido la comprensión de que muchas personas que siguen dietas saludables y realizan ejercicio regularmente todavía luchan por perder peso. Esto no se debe a una falta de esfuerzo o fuerza de voluntad. En cambio, la ciencia ha demostrado que los factores biológicos, como los cambios en el metabolismo, el aumento del apetito y la reducción de la saciedad pueden causar resistencia biológica a la pérdida de peso. El cuerpo puede defender activamente su peso actual, lo que hace que la pérdida de peso sostenida sea muy difícil, a pesar de los mejores esfuerzos.
Uno de los hitos más importantes de la investigación ha sido la creciente comprensión del papel que desempeñan la genética y la epigenética en la obesidad. Estos descubrimientos han ayudado a cambiar la perspectiva de un problema de comportamiento a una afección médica que requiere atención personalizada a largo plazo.
Ahora estamos entrando en una nueva era de innovación médica que tiene el potencial de remodelar la forma en que se tratan la obesidad y sus afecciones relacionadas. Por ejemplo, los estudios clínicos del tratamiento de la obesidad de Lilly en personas con prediabetes mostraron que el 94% de los participantes no desarrollaron diabetes tipo 2.
--- Seguir leyendo en el enlace ---