Hallan un aliado inesperado en la lucha contra la diabetes tipo 2
Una reciente investigación ha podido constatar que el tejido pancreático humano produce niveles mucho más altos de GLP-1, una potente hormona que estimula la liberación de insulina, y que esta producción está directamente relacionada con la secreción de dicha insulina, mejorando el control de la glucosa.
El deterioro de la homeostasis metabólica que caracteriza a la diabetes tipo 2 se debe en gran parte a la secreción insuficiente de insulina para superar la resistencia periférica a esta. Al respecto, cabe recordar que la respuesta secretora de insulina está regulada principalmente por una combinación de señales metabólicas derivadas de la glucosa y los aminoácidos en combinación con la activación de los receptores acoplados a la proteína G (proteína de unión al nucleótido de guanina heterotrimérica) que amplifican estas señales de nutrientes.
Si bien el péptido similar al glucagón 1 (GLP-1), una potente hormona que estimula la liberación de insulina de las células beta y ayuda a regular la glucosa. El GLP-1 es la misma hormona que imitan medicamentos de gran éxito como Ozempic, se produce típicamente en el intestino, al parecer las células alfa del páncreas también pueden liberar GLP-1 al torrente sanguíneo después de comer. Así lo asegura un reciente estudio llevado a cabo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke en Carolina del Norte (EEUU).
Cambio de enfoque
Los resultados, publicados, en 'Science Advances', desafían así muchas de las creencias sobre la regulación del azúcar en sangre y apuntan, por tanto, un nuevo aliado en la lucha contra la diabetes tipo 2. el equipo de investigadores en obesidad y diabetes analizó tejido pancreático de ratones y humanos de diversas edades, pesos corporales y estados de diabetes. En concreto, el equipo descubrió que el tejido pancreático humano produce niveles mucho más altos de GLP-1 bioactivo y que esta producción está directamente relacionada con la secreción de insulina.
"Las células alfa son más flexibles de lo que imaginábamos, pueden ajustar su producción hormonal para apoyar a las células beta y mantener el equilibrio glucémico", según el Dr. Jonathan Campbell, profesor asociado de la División de Endocrinología del Departamento de Medicina y miembro del Instituto de Fisiología Molecular de Duke.
En estudios con ratones, al bloquear la producción de glucagón, los científicos esperaban que los niveles de insulina disminuyeran. En cambio, las células alfa cambiaron de estrategia: aumentaron la producción de GLP-1, mejoraron el control de la glucosa y desencadenaron una mayor liberación de insulina.
"Pensábamos que la eliminación del glucagón afectaría la secreción de insulina al interrumpir la señalización celular alfa-beta. En cambio, la mejoró. El GLP-1 tomó el control, con el hallazgo de que es un estimulador de insulina incluso mejor que el glucagón", apuntó el Dr. Campbell".
Sin embargo, los autores del trabajo reconocen que medir el GLP-1 con precisión no ha sido fácil. Para ello, el equipo desarrolló un ensayo de espectrometría de masas de alta especificidad que detecta únicamente la forma bioactiva del GLP-1 (la versión que realmente estimula la insulina), no los fragmentos inactivos que suelen distorsionar los resultados.
