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Obesidad y salud mental, una relación invisible marcada por comorbilidades que agravan la vida de quienes la padecen

Irene Bretón, doctora en Medicina, especialista en Endocrinología y Nutrición
La salud no se limita únicamente al aspecto físico, también abarca el bienestar emocional y social. Sin embargo, este enfoque integral rara vez se aplica a la obesidad, una enfermedad que con frecuencia se reduce al peso corporal o a sus complicaciones metabólicas.

Esto deja en segundo plano sus repercusiones psicológicas y otras consecuencias importantes, como las enfermedades hepáticas o las relacionadas con el síndrome cardiovascular-renal-metabólico. El Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora cada 10 de octubre, recuerda la importancia de mirar más allá de lo visible. En la obesidad, el daño emocional es tan real como el biológico. Hablar de obesidad significa hablar de autoestima, ansiedad, depresión y de un estigma que condiciona la vida de millones de personas.

En esta dirección trabaja ConCiencia en obesidad, el primer grupo creado en España para promover una visión científica de esta enfermedad y transformar la conciencia pública y sanitaria. Impulsada por Boehringer Ingelheim, la iniciativa reúne a profesionales de distintas áreas médicas, entre ellas la salud mental y la ANPO (Asociación Nacional de Personas que Viven con Obesidad), con un objetivo claro: transformar la conciencia pública y la percepción sanitaria sobre la obesidad para comprender, tratar y prevenirla, junto con sus comorbilidades cardiovasculares, renales o metabólicas.

En la obesidad, el daño emocional es tan real como el biológico. Hablar de obesidad significa hablar de autoestima, ansiedad, depresión y de un estigma que condiciona la vida de millones de personas

Asimismo, busca luchar contra la actual desinformación respecto a la obesidad, que desemboca en la estigmatización y culpabilización de los pacientes, así como elevar el debate más allá de la realización de ejercicio físico y la implementación de hábitos saludables.

Quienes conviven con obesidad soportan un doble peso, el de su cuerpo y el del juicio social. La creencia de que se trata únicamente de un problema de voluntad alimenta un estigma que provoca ansiedad, baja autoestima y depresión. De hecho, las personas con obesidad tienen un 55 % más de riesgo de desarrollar depresión, según un metaanálisis de 15 estudios publicado en la revista Archives of General Psychiatry.

El estigma no solo hiere, también retrasa diagnósticos y levanta barreras en la consulta. Muchas personas evitan acudir al médico por miedo a ser juzgadas y, cuando lo hacen, se encuentran con frases reduccionistas como “debería comer menos” o “hay que moverse más”. Estos mensajes refuerzan la culpabilidad, dificultan la adherencia a los tratamientos y retrasan el diagnóstico de complicaciones asociadas, como por ejemplo los problemas renales o hepáticos.

El estigma hiere y también retrasa diagnósticos y levanta barreras en la consulta

Hoy sabemos que la obesidad no se explica con la ecuación de calorías ingeridas frente a gastadas. Es una enfermedad compleja en la que influyen factores biológicos, genéticos, sociales y psicológicos. Por ello, la respuesta debe ser integral, con soluciones innovadoras y centradas en las personas, y que promuevan un abordaje de la obesidad desde una perspectiva científica, sanitaria y equitativa. Es fundamental avanzar hacia un diagnóstico temprano y contar con equipos multidisciplinares en los que médicos, psicólogos, nutricionistas, expertos en actividad física y otros profesionales que trabajen de manera coordinada. No basta con recomendar cambios de hábitos. Es necesario entender la complejidad de la enfermedad y acompañar a la persona en todo el proceso.


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