Primer trasplante de células madre pancreáticas abre la puerta a un futuro sin inyecciones de insulina
Este agosto de 2025, un equipo internacional de investigadores anunció un hallazgo que muchos pacientes llevaban décadas esperando: por primera vez, células madre pancreáticas modificadas genéticamente han sido implantadas en el brazo de un paciente y han comenzado a producir insulina de forma funcional.
El avance, publicado en The New England Journal of Medicine, no es una cura todavía, pero sí un paso decisivo hacia una terapia que no solo sustituya las inyecciones, sino que restaure la producción natural de insulina evitando el temido rechazo inmunológico.
Una enfermedad que no da tregua
La diabetes tipo 1 aparece cuando el sistema inmunitario destruye las células beta del páncreas, responsables de fabricar insulina. Sin esa hormona, la glucosa se dispara y la vida se convierte en un equilibrio inestable: pinchazos diarios, controles constantes y el miedo a una hipoglucemia en cualquier momento.
Desde 1922, la insulina inyectada ha salvado millones de vidas. Sin embargo, no deja de ser un tratamiento. Los pacientes deben convivir con fluctuaciones de glucosa, riesgos cardiovasculares y una esperanza de vida más corta. Es una losa pesada que la ciencia lleva un siglo intentando aliviar.
El primer implante en el brazo
El hito se alcanzó en el Hospital Universitario de Uppsala (Suecia). Allí, un hombre de 42 años, con más de tres décadas de diabetes tipo 1, recibió 79 millones de células madre pancreáticas modificadas con técnicas de edición genética. El trasplante no se realizó en el páncreas, sino en el músculo del antebrazo, una localización más accesible y con mejor irrigación sanguínea.
Doce semanas después, los análisis mostraron lo impensable: el organismo del paciente producía C-péptido, marcador inequívoco de insulina endógena. Y no era una secreción aleatoria, sino vinculada a las comidas, lo que confirmaba que las células implantadas estaban funcionando como las originales.
El secreto de las células invisibles
El éxito se explica por la ingeniería genética. Con la herramienta CRISPR-Cas12b se desactivaron los genes responsables de las moléculas HLA, las que suelen desencadenar el rechazo inmunológico. Además, se introdujo el gen CD47, conocido como la señal de “no me comas”, que actúa como un escudo frente a los ataques del sistema inmune.
